Wednesday, May 14, 2014

Blog 5 - Análisis de "El Rey de Harlem"


El rey de Harlem



Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

*

Tenía la noche una hendidura
y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre,
y los muchachos se desmayaban
en la cruz del desperezo.

Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata
junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón
por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem,
con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardos,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

*

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

*

A la izquierda, a la derecha, por el Sur y por el Norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.
El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas tumben postreras azoteas.

Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises,
donde flotan sus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.




“El Rey de Harlem” por Federico García Lorca es un poema sobre la situación social de los negros americanos en Harlem. Es un poema sin patrón con versos libres y está formado por 23 estrofas de tres, cuatro, cinco, seis, nueve, diez y doce silabas. El poema ilustran la situación de discriminación que padecen los negros americanos y es usado por Lorca como un vehículo para mover a acción los negros La presencia de la anáfora “Negros, Negros, Negros, Negros” refuerza este llamamiento y sirve para juntarse los negros para rechazar los tiranos y escapar la opresión.
En el poema, Lorca describe el conflicto dentro de la sociedad entre la naturaleza y la modernización. En una conferencia pronunciada en 1932, Lorca describe a los negros de Harlem como personas llenas de fe, religión y espiritualidad: “Pese a quien pese, son lo mas espiritual y delicado de aquel mundo. Porque creen, porque esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pureza religiosa que los salva de todos sus peligrosos afanes actuales” (Un poeta de Nueva York Speech, Handout 170). En este poema Lorca quiere denunciar la civilización contemporánea (tal como queda representada en Nueva York) y mostrar las implicaciones sociales  de una sociedad ultra-capitalista y mecánica (una sociedad sin espíritu). 

me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises,
donde flotan sus automóviles cubiertos de dientes,…

Según a Lorca, el aumento de la tecnología y la industria (representado por los troncos y ascensores, etc.) en los Estados Unidos resultaron en una obsesión de ganar dinero, una avaricia, y eventualmente una disposición para deshumanizar los pobres (los negros).
Primero, Lorca describe la degrada situación de los negros en Harlem y los efectos de esta tipa de sociedad.
¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Aquí, Lorca simpatiza con la situación social de los negros y ilustra su dolor y sufrimiento como causa de la civilización capitalista y la implicación de su sangre que les condena a un posición de inferioridad. Además, en la primera estrofa del poema, Lorca marca la asociación de lo mecánico (cuchara) con la violencia y tragedia. Lorca describe una escena en que la cuchara se convierte en un instrumento de muerte.
La discriminación y maltratamiento que los negros americanos han sufrido (y también, la perdida de su identidad)  fue el resultado de esta obsesión y según a Lorca, requiere una convocatoria (de los negros americanos) para reclamar su identidad y libertad.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

Aquí, el sugiere que los negros deben escapar de la sociedad mecanizada y relacionar mas con la naturaleza. Harlem se transforma en una civilización “progresivo” y industriado que desconoce la naturaleza. El poeta invita al negro de Harlem a desatarse de esta sociedad mecanizada y recobrar una libertad espiritual.
            En las palabras de Lorca: “Yo quería hacer el poema de la raza negra en Norteamérica y subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus maquinas, con el perpetuo susto de que se les olvide un día encender la estufa de gas o guiar el automóvil o abrocharse el cuello almidonado o clavarse el tenedor en un ojo” (Un poeta en Nueva York Speech Handout, 171).  En conclusión, por su investigación sobre la situación social de los negros, Lorca revela mucho sobre el dolor que el tiene como un homosexual en un mundo contrario. En mi opinión, su ferocidad como un defensor de los marginados en Nueva York revela mucho sobre el carácter del poeta. Aunque no había un defensor para su lucha como un homosexual, el decidió hacer el papel para su camaradas de Harlem.


                                                                                       

2 comments:

  1. Gracias por este trabajo, me sirvio muchisimo

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  2. La cuchara no será un símbolo de la droga y la heroína? Ahí empezó en la gran prohibición.

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